Una red mundial de alianzas
La Guerra Fría y la experiencia histórica del período de entreguerras llevaron a los EE.UU. a dar un giro histórico en su tradicional aislacionismo. Más allá de los lazos trasatlánticos con la Europa Occidental, la Secretaría de Estado norteamericana se lanzó a la construcción de una serie de alianzas internacionales que consolidaran al bloque occidental:
Ya en tiempos de Truman se firmó en 1947 el Tratado de Rio con veinte países latinoamericanos. Esta iniciativa concluyó en 1948 con la fundación de la Organización de Estados Americanos (OEA). Esta institución ha estado siempre basada en un desequilibrio de fuerza patente entre la potencia norteamericana y el resto de los países del continente.
La guerra de Corea llevó en 1951 a la constitución de una alianza militar en el Pacífico: el ANZUS (Australia, New Zealand, United States) y la firma del Tratado de San Francisco con Japón, antiguo enemigo con el que EE.UU. concluía un tratado de defensa.
El presidente Eisenhower y su Secretario de Estado Foster Dulles completaron y sistematizaron la red de alianzas occidental: en 1954 nació la SEATO (siglas en inglés para la Organización del Tratado de Asia del Sureste) con Gran Bretaña, Francia, Australia, Nueva Zelanda, Filipinas, Tailandia y Pakistán; en 1955 se firmó el Pacto de Bagdad, alianza de seguridad en el Próximo Oriente en el que agrupaban Gran Bretaña, Turquía, Irak, Pakistán e Irán. Al retirarse de la alianza Irak en 1959, este pacto se tranformón en el CENTO (siglas en inglés para la Organización del Tratado del Centro).