jueves, 17 de julio de 2008

La Guerra Fría en sus orígenes

¿Cómo se originó este nuevo conflicto entre grandes potencias?

No es común que una guerra termine con discrepancias entre países aliados. A pesar de ello, lo sucedido a partir de 1945 revistió una especial significación porque se trató de una discrepancia sustancial, imposible de superar a pesar de que se hubiera combatido codo con codo en los años previos. Incluso cuando los aliados (Estados Unidos y la Unión Soviética) habían conseguido ponerse de acuerdo en los términos respecto a sus objetivos de guerra -cosa que no siempre sucedió- acabó por descubrirse que las palabras no significaban lo mismo.
La ruptura, al final, en un plazo muy corto de tiempo, fue absoluta y total. Se acabaron enfrentando dos universalismos paralelos y excluyentes que distaban diametralmente en sus concepciones del hombre y de la vida.
A medio e incluso largo plazo podían tener tan sólo pretensiones defensivas pero, al armarse, daban la sensación de resultar amenazadores. Pero el conflicto entre estos dos universalismos, identificados con otras tantas superpotencias, no concluyó en una guerra generalizada. Un gran intelectual francés de la época, Raymond Aron, al describirlo fue titulando sus artículos, en primer lugar "El fin de las ilusiones" y luego "El gran cisma". Después describiría de forma magistral su peculiaridad: se trataba de una "paz belicosa", términos aparentemente incompatibles, pero también explicables. La guerra mundial era improbable porque la bomba nuclear la convertía en tal, pero la verdadera paz era imposible por la distancia ideológica entre las dos superpotencias.
La "guerra fría" -otra denominación contradictoria- no produjo el holocausto atómico pero, hasta que concluyó, en 1991, presenció enfrentamientos que causaron 21 millones de muertos y despliegues de tropas norteamericanas cada 18 meses. Esa peculiar situación constituyó el rasgo más destacado de la nueva era.