sábado, 19 de julio de 2008

La Reforma y la reacción Católica

1. EL ESCENARIO DE LAS REFORMAS

En el siglo XVI, se estaba configurando el llamado "mundo moderno" y con él, el hombre empezaba a dejar atrás la concepción providencialista de la vida y asumía sus responsabilidades sociales.
La economía europea se vio revolucionada por la afluencia de metales preciosos procedentes del Nuevo Mundo, lo que produjo inicialmente graves desequilibrios económicos y sociales que podría describirse en la actualidad como inflación desmesurada y pauperización de las grandes mayorías, en contraste con la acumulación de capitales en las zonas de mayor actividad manufacturera, contribuyendo a consolidar un nuevo sistema económico donde la iniciativa individual remplazaba al esfuerzo cooperativo.
España y Francia continuaban disputándose la hegemonía en Europa. Carlos V, emperador alemán, buscó encarnar el ideal de construcción de un imperio universal cristiano. Pero a este proyecto se le opusieron los del turco islámico Solimán; del ruso cristiano ortodoxo, Iván el Terrible y del religioso agustino Martín Lutero, cuya prédica criticaba las prácticas y doctrina católica de las indulgencias, poniendo en jaque la cohesión interna de su Imperio.

2. IGLESIA NUEVA PARA UN TIEMPO NUEVO

En el siglo XVI, la Iglesia Católica comenzaba a perder parte del protagonismo que había tenido en los siglos anteriores. Cuando se desintegró el Imperio Romano de Occidente, apareció como la única institución sobreviviente que podía otorgarle unidad al fragmentado mundo europeo, por medio de la fuerza del credo espiritual que inyectó fe y esperanza en el porvenir.
Pero, en la puerta de entrada de los tiempos modernos, la Iglesia enfrentó una severa crisis. No era la primera, puesto que ya había vivido el cisma que condujo a la estructuración de la Iglesia Ortodoxa griega y otras crisis menores al finalizar los siglos medievales. Sin embargo, gracias a ellas, en especial la del siglo XVI, se afrontó una depuración interna que ayudó a la recuperación de su prestigio.
Esta nueva crisis, no solo abarcó el ámbito religioso; conmocionó también el político, el económico y el social. Se desencadenó en el interior del Imperio alemán regido por Carlos V, para luego pasar a comprometer, en diversos grados, a toda la Europa Occidental.

Juan Hus, uno de los precursores de la Reforma,
que fue condenado a la hoguera.

2.1. Reformar la Iglesia, una necesidad urgente

La Iglesia, como muchas otras instituciones, se vio afectada por crisis internas derivadas de la conducta de sus miembros. Sin embargo, la alarma fue mayor, ya que ella es la rectora de la cristiandad encargada de velar por el desarrollo espiritual de sus integrantes. Por ello, cuando el papado, los cardenales y demás eclesiásticos parecen estar más comprometidos con cuestiones políticas temporales y metas materiales que con los aspectos sustantivos de su misión, son objeto de severas críticas.
Así ocurría en los albores de los tiempos modernos. Los Papas parecían estar más comprometidos con los asuntos políticos italianos que con las urgentes reformas internas, necesarias ante la relajación en las costumbres de los eclesiásticos, por el lujo en la vida de los prelados en contraste con su escaso celo pastoral; por la poca preparación del bajo clero y el parasitismo de algunas órdenes monásticas.
Así las cosas, en la segunda mitad del siglo XIV, John Wycliff (1330-1384) y Juan Hus (1369-1415) cuestionaron a la Iglesia Católica en: la infalibilidad del Papa, y su manera de ejercer la autoridad; la comercialización de indulgencias, la administración de sus bienes inmuebles y la mendicidad de los monjes, entre otros aspectos.
Más allá de estos cuestionamientos puntuales, hubo otros que precipitaron la ruptura de la unidad en la Iglesia; por ejemplo, ¿puede alguien hacerse pasar por el representante de Cristo o de Pedro si no imita su conducta? ¿Busca la Iglesia una adhesión interior en la comunión espiritual con Dios, o más bien incrementa prácticas y devociones externas? ¿Es Cristo el centro del culto, o se privilegia a los santos y las reliquias? En este contexto se propugnaba el retorno a las fuentes originales de la inspiración cristiana.
Estos cuestionamientos no eran compartidos por todos los católicos. Para muchos, la jerarquía eclesiástica, integrada por hombres consagrados a Cristo y bien instruidos, debía ejercer en exclusividad la interpretación de las Sagradas Escrituras para los fieles, a través de la definición de las creencias y la predicación. Solo ellos podían atraerse el favor de la divinidad, posibilitando su intervención, y combatir las fuerzas maléficas y demoníacas. Los fieles compensaban su mediación con el pago del diezmo, legándoles tierras y aceptando sus orientaciones normativas de la sociedad.
Por otra parte, no se puede desconocer el fuerte peso social que tuvo la Iglesia en materias relativas a la cultura en general y a la enseñanza en particular. Más aún si recordamos que ella era la única institución que organizaba las obras de asistencia social para socorrer a los desamparados.

3. LA IGLESIA: ENTRE LO ESPIRITUAL Y LO MUNDANO

Lutero exponiendo sus 95 tesis en contra de las indulgencias.Ya hacía tiempo que la vida de los Papas no se distinguía por la austeridad; practicaban el nepotismo, es decir, enriquecían a sus parientes, y estaban preocupados -a través de un activo mecenazgo- de devolverle a Roma la monumentalidad perdida. Se criticó a la jerarquía eclesiástica porque en su modo de vida primaba lo mundano sobre su misión cristiana, el lujo sobre la austeridad, la corrupción sobre el desempeño honesto y transparente. Por todo esto, surgió un fuerte rechazo en algunos sectores eclesiásticos, y se agudizó con la comercialización de las indulgencias a través de un documento que liberaba a las ánimas del purgatorio si sus deudos pagaban el precio estipulado.

3.1. Lutero abre el debate

En la puerta de la iglesia de Wittenberg, Martín Lutero (1483 -1546) fraile agustino, fijó un texto con 95 tesis, que abrían la discusión en tomo al tema de las indulgencias, para luego ampliar sus puntos de vista a diferentes materias que comprometían a la Iglesia.
Aunque los postulados de Lutero partían de una visión netamente cristiana, como la que reconoce al hombre como pecador, desconoce la gracia del perdón que derrama Cristo sobre aquellos que se arrepienten sinceramente a través del sacramento de la reconciliación (confesión), que restablece el acceso a la comunión eucarística.
Si dijéramos que no tenemos pecado somos mentirosos. Y es un error creer que este mal puede curarse mediante las obras, siendo así que la experiencia es testigo de que en nuestras buenas obras, por muy grandes que sean, queda siempre esta concupiscencia al mal y nadie está libre de ella. Así pues, somos pecadores en nosotros mismos, y, sin embargo, por el deseo divino, justos a causa de nuestra fe.

Lutero sostuvo que Dios no se fija en nuestras obras -buenas o malas- sino en la justificación por la fuerza de nuestra fe. Este planteamiento provocó un cambio importante en la visión de Dios y en las instituciones religiosas católicas, ya que valoraba la conciencia de los creyentes como instancia mediadora directa con Dios.

Otros puntos fundamentales de su doctrina son:

. El libre examen, que consiste en que cada persona puede interpretar libremente la Biblia, no existiendo la obligación de aceptar la interpretación eclesiástica.
· Los únicos sacramentos auténticos son el bautismo y la eucaristía.
· Se suprime el culto a la Virgen y a los santos.

La Iglesia fue lenta en su reacción contra Lutero. El papa León X recomendó que fuera la orden agustina la que impusiera disciplina al monje, en tanto que comenzaba a ampliarse el número de sus partidarios, príncipes y nobles alemanes, deseosos de tener parte en los bienes y propiedades de la Iglesia, y ansiosos por reafirmar su autoridad frente al emperador Carlos V.
Habiéndose analizado en Roma los escritos y enseñanzas de Lutero, fueron declarados heréticos por el papa León X quien además lo excomulgó. En abierta rebeldía, Lutero procedió a quemar públicamente la bula papal de excomunión. El Papa solicitó la intervención del emperador. En 1521, Carlos V, en la Dieta reunida en Worms, le exigió su retractación. Su respuesta negativa le significó el destierro, así como la destrucción y censura de sus escritos. Protegido por el noble alemán Federico de Sajonia, fue recluido en un castillo en Turingia donde se dedicó a traducir la Biblia al alemán. Por este tiempo, la Iglesia no consideraba aconsejable que las personas leyeran por su cuenta las Sagradas Escrituras, situación que se superó solo a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965).
La causa de Lutero se vio favorecida por la gran difusión que tuvieron sus escritos gracias a la reproducción tipográfica. Esto explica el hecho de que los príncipes alemanes se dividieran frente a la resolución de la Dieta de Worms que expulsaba a Lutero del Imperio. En el año 1529 se confirmó la sanción, levantándose una gran ola de protestas por parte de muchos nobles y burgueses. Estas protestas dieron origen al apelativo de protestantes. Desde entonces se ha designado con ese término a los partidarios de Lutero y, por extensión, a otros reformadores de similar inspiración.
El sector campesino alemán se movilizó también, aunque sus motivaciones de inspiración religiosa tenían un cariz económico y social. Numerosos aldeanos se levantaron, armados con sus herramientas de trabajo, contra los nobles y eclesiásticos para exigirles no solo libertad religiosa, sino también social. Este movimiento fue liderado por el predicador Tomas Münzer, quien anunciaba a los campesinos que eran ellos los elegidos para vencer a los príncipes que intentaban impedir el triunfo del Evangelio. Con esta motivación se produjo, en el año 1526, un levantamiento popular. La desigual lucha, terminó con los campesinos hechos pedazos por los señores nobles.


CRONOLOGÍA

1517 · Lutero publica sus 95 tesis contra las indulgencias.

1521 · Dieta de Worms.

1528 · Los postulados de Ulrico Zwinglio triunfan en Suiza.

1529 · Dieta de Spira: los luteranos rechazan las propuestas y son llamados protestantes.

1534 · Enrique VIII se aparta del catolicismo y crea la Iglesia Anglicana.

1541 · Calvino propicia la agitación religiosa en Ginebra.

1545 · Concilio de Trento: comienza la contrareforma.

1555 · Paz de Augsburgo: se dicta la libertad religiosa en Alemania.

1598 · Edicto de Nantes: fin de las guerras religiosas.


3.2. El fantasma del reformismo recorre Europa

En el Imperio de Carlos V, la polémica religiosa llevó al enfrentamiento militar entre los partidarios del protestantismo y sus detractores. En el año 1555 concluyó el conflicto con la firma de la paz de Augsburgo. Como resultado de las negociaciones, el nuevo culto fue reconocido produciéndose la división de la cristiandad europea occidental. Los súbditos de los príncipes tuvieron que seguir la religión adoptada por ellos; las propiedades eclesiásticas fueron secularizadas y pasaron a ser patrimonio de los nobles alemanes. Todas estas resoluciones revelan el fracaso del emperador Carlos V, quien no logró imponer su autoridad entre los príncipes alemanes, reforzando las estructuras feudales en sus territorios.
El nuevo credo se difundió por Europa, triunfando en la región central y septentrional del Sacro Imperio. Llegó a ser reconocido oficialmente en Dinamarca, Noruega y Suecia.

3.3. De la justificación por la fe a la predestinación

El movimiento reformista en Francia cobró nuevo brío bajo la dirección de Juan Calvino (1509 -1564). Este reformista francés provenía de una familia burguesa, había tenido una formación jurídica y gran influencia de los humanistas y de las tesis luteranas. Su doctrina fue bien recibida por numerosos miembros de la burguesía, que coincidían con la apreciación de que trabajaban para "la gloria de Dios", manifestándose a favor de prácticas económicas hasta entonces condenadas por la Iglesia Católica, lo que favoreció el desarrollo del capitalismo.
En lo religioso, Calvino proscribió todo culto exterior, rechazando lo que no estaba rigurosamente establecido en las Sagradas Escrituras. Preconizó la predestinación absoluta: Unos están destinados a la vida eterna, otros a la eterna condenación. Si se pregunta por qué Dios tiene piedad de una parte y por qué abandona a la otra, solo hay una respuesta: A Él le agrada así.
Calvino impuso su doctrina en Ginebra y desde allí se propagó a gran parte de Europa.La predicación, reflejo del espíritu laico e individualista de Calvino, tuvo mucho éxito en países como Francia, donde sus adeptos fueron conocidos con el nombre de hugonotes; en Escocia, donde se organizó la Iglesia Presbiteriana; en los Países Bajos (pertenecientes a España) donde sus principios fueron adoptados como reacción al poder opresor del Estado y a la Inquisición, sirviendo así de instrumento para fortalecer el movimiento de unidad nacional y en Inglaterra, donde se constituyó como movimiento puritano.

3.4. Calvino sucede a Zwinglio en Suiza


En Suiza, la doctrina reformista había sido adoptada en algunos cantones, gracias a la prédica de Ulrico Zwinglio (1484 -1531) quien, a partir del año 1520, pregonó la salvación por la fe. Además, fue partidario de la participación del poder civil en el gobierno de la Iglesia, y rechazó la creencia en el purgatorio y la norma del celibato del clero.
Para Zwinglio, la suprema fuente de la fe son las Sagradas Escrituras, rechazando también el culto a las imágenes, y los votos monásticos. Zwinglio murió en un combate entre católicos y protestantes, pero sus ideas apoyaron las de Calvino, que se encontraba refugiado en esa nación. Aquellos que repudiaban la subordinación de los cantones suizos al Sacro Imperio, se identificaron con el calvinismo, contando con el apoyo de la rica burguesía de las ciudades. Calvino hizo de Ginebra la "Roma del Protestantismo", consiguiendo imponer su doctrina e interfiriendo hasta en su organización político-administrativa al establecer un tribunal teocrático que imponía la disciplina moral y eclesiástica.

3.5. Enrique VIII y su reforma

Hemos visto que existieron diversas motivaciones que se conjugaron para dar vida a los procesos reformistas, tanto de orden espiritual como económico. Sin embargo, el caso particular de Inglaterra agregó, a todo lo anterior, un elemento de orden político interno que comprometía las relaciones internacionales.
El monarca Enrique VIII era un ferviente católico, hecho que demostró públicamente al manifestar su rechazo a la doctrina luterana en un escrito, acto que le fue recompensado por el Papa con el título de Defensor de la Fe. Sin embargo, al enfrentar el problema dinástico de no contar con un hijo varón que le sucediese, solicitó al papa Clemente VII su divorcio de Catalina de Aragón, tía de Carlos V, quien, a los 42 años, difícilmente podría engendrar el hijo deseado. En este problema, el monarca fue auxiliado por el prelado Tomás Cranmer, quien declaró nulo este matrimonio por haber estado Catalina casada anteriormente con el hermano mayor de Enrique.
Enrique VIII se divorció sin la autorización papal, casándose con Ana Bolena, quien dio a luz a una niña (Isabel), con gran disgusto del monarca. Este enfrentó los hechos por sí solo promulgando la Ley de Supremacía con la que fundaba la Iglesia Nacional Anglicana, de la que se constituyó como cabeza. El recientemente nombrado canciller Tomás Moro, rechazó la situación, por lo que el impulsivo monarca lo condenó al cadalso.
Los sucesores de Enrique VIII, oscilaron entre el luteranismo, el calvinismo y el catolicismo. Eduardo VI (1547 -1553) impuso el Libro de las oraciones diarias de tendencia calvinista; su sucesora, la reina María Tudor (1553 -1558), intentó restablecer el catolicismo, recurriendo a la violencia y al apoyo de Felipe II, rey de España. Finalmente, con Isabel I, la Iglesia Anglicana adquirió características propias, resultado de una mezcla de elementos doctrinarios calvinistas y católicos, conforme a lo establecido en un acta de 39 artículos que data de 1563.

4. LA IGLESIA CATÓLICA SE REORGANIZA

El avance del protestantismo llevó a la Iglesia Católica a la imperativa necesidad de reformarse para impedir que continuase su progresivo debilitamiento como autoridad moral y espiritual. El principal acontecimiento hacia la renovación fue la reunión del Concilio de Trento convocado por Paulo III (1545 -1563). Se interrumpió bajo el pontificado de Pablo IV (1555 -1559), ya que este no aceptaba la autoridad de los concilios, y fue reanudado en 1559. En él se clarificó y definió la doctrina católica y las cuestiones disciplinarias sujetas a controversias.

· En lo doctrinario, se reafirman los dogmas y los sacramentos:
- se reconocieron los libros de la Biblia como inspirados por Dios.
- las Sagradas Escrituras y la tradición fueron definidas como las fuentes de la revelación.
- se reconoció que, junto con la fe, las buenas obras encaminan hacia la salvación.
- se definió la existencia del pecado original, borrado por la gracia del bautismo y se confirmaron los siete sacramentos.

· En lo disciplinario, se redefinió el papel del clero y la jerarquía:
- se determinó que los obispos han de residir en sus diócesis y visitar las parroquias bajo su jurisdicción.
- se estableció que cardenales y obispos han de dar cuenta a Roma de los beneficios que reciben, prohibiéndoseles la acumulación de bienes.
- se determinó que los sacerdotes habían de formarse en seminarios establecidos para tal fin.
- se acordó que un catecismo recogería la doctrina conciliar.
- se mantiene el celibato del clero y de la jerarquía eclesiástica.
- se confirmó la supremacía papal.

La reforma conciliar adquirió fuerza en España y Portugal. Contó con instrumentos eficaces en la lucha contra las herejías: la Inquisición y la Congregación del Índice, cuerpo de censura encargado de elaborar el listado de libros prohibidos. Dicho catálogo (Index) fue puesto a disposición de los fieles, quienes acataron o no dicha prohibición. El primer Index oficial de la curia romana data de 1557.
La Iglesia estaba en su derecho al inscribir a un autor en su índice, lo que solo implicaba decirle a los fieles: la doctrina o la moral de tal libro se opone a las católicas.
En el fortalecimiento de la disciplina y la moral católicas destacó la corriente mística ejemplarmente representada en Santa Teresa de Jesús (de Ávila) y San Juan de la Cruz. Además, se fundaron o reorganizaron numerosas órdenes religiosas. Entre ellas sobresale la Compañía de Jesús fundada por Ignacio de Loyola en el año 1534, como un "escuadrón de caballería ligera" a disposición del Papa.
Su primer superior general, Loyola, suprimió varias prácticas tradicionales como algunas penitencias y ayunos, poniendo el énfasis en la obediencia, añadiendo un voto especial de obediencia al Papa. Además, reforzó el principio de autoridad y de ordenamiento jerárquico, aunque estableció los votos de tal manera que resultara más sencillo desligarse de la Compañía de Jesús que de otras órdenes.
Los jesuitas, cuya regla mantiene una rígida disciplina, acompañada de una sólida formación religiosa y cultural, se lanzaron a una intensa actividad pedagógica y catequística; se abrieron a misionar en África, Asia y América, buscando la conversión de las poblaciones locales. En nuestro continente destacó la figura de San Pedro Claver quien se declaró esclavo de los esclavos negros desembarcados en Cartagena de Indias y la del padre Antonio Vieira, en Brasil.

Fuente: “Historia Universal” educación media. Patricia Jiménez, Diana Salgado, Fernando Soto. Edit. Santillana, 1996.